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marzo 17, 2012

Ayuntamientos sin alcalde

Sin estudiar los desarreglos del municipalismo, faltos de rigor, algunos políticos con atrevimiento delirante, suplen su evidente inopia por ridículos planteamientos que intentan transformar en alternativas, para remediar, lo que se resuelve fácilmente con un mínimo de sentido común.

Tras la euforia anexionista que en los últimos días tomó protagonismo a través de la cómica representación de un simulacro de fusión entre dos ayuntamientos de la provincia coruñesa, por lo insólito de las formas y la ordinariez del procedimiento, los promotores de semejante parodia, en un galimatías inaudito, han superado el colmo del disparate y en vez de exigir lo que en derecho les corresponde a los municipios, renuncian a ello, y en un papel de comparsas se prestan a seguir camuflando la marginación financiera de los entes locales, tras la falacia redentora de una agrupación intermunicipal, paradigma, que como solución interesada, prodigan los responsables políticos de las instituciones del escalafón administrativo superior.

Sin duda que una de las cosas mas caras del país es la política, pero en contraste, la seriedad es gratuita, por tanto seamos serios y dejémonos de ficciones políticas, y en correspondencia a la exactitud, por composición de lugar, refiramos , que con el 13,1%, los ayuntamientos son las administraciones que menos gastan frente al 36% de las autonomías y el 50,9% la Administración central.

Con todo, lo escandalosamente curioso, es, que en atribución a las competencias que les son propias, el gasto obligado de las entidades locales, tendría establecido su efectivo real en torno a una cuantía del 9,1% de pertenencia, puesto que el diferencial excedido, es atribuible a "gastos impropios", generados por la prestación de servicios ajenos al marco de la competencia municipal, siendo estos, en virtud del artículo 148 de la Constitución, obligación atribuible a las autonomías, o en su defecto facultad imputable al Estado central.

Es decir, las instituciones locales, por ese carácter de administración más cercana al ciudadano, contra su propia obligación, por la demanda de una realidad social emergente, tiene consolidada como propia la arbitraria prestación de unos servicios, cuyo desarrollo no dispone de financiación de acompañamiento, extremo este, que genera en los ayuntamientos una merma de sus fondos propios en ventaja de las administraciones superiores, desfase, que alcanza un importe de 9000 millones de euros año, y que por prórroga de continuidad en el tiempo, paulatinamente, fue acumulando un desequilibrio que provocó tensiones presupuestarias, abocando a estas instituciones, a una situación límite que derivó en insuficiencia financiera de cuño exógeno, pues en contraste de mesura , cabe referir que la moderación de la participación de los entes locales en el Gasto Público es manifiesto, y prueba de ello, lo representa su porcentaje de concurrencia que escasamente ha pasado de un 11% del 1979, al 13,1% de la actualidad.

Para acentuar la complejidad de lo expuesto, cabe señalar, que con la entrada en escena de la crisis, el impacto de su perjudicial influencia, agravó aún más los complicados problemas estructurales de las Corporaciones Locales, especialmente, los relativos a su vía financiera, influidos por, la brusca reducción de sus ingresos, la limitación del nivel de endeudamiento, la restricción por la aplicación de criterios de estabilidad presupuestaria y por último, la sujeción forzada de tener que ceñirse al objetivo máximo del déficit público, es decir, un cúmulo de barreras que después de 30 años de marchas forzadas, encendió la alarma para indicar que el mecanismo local se había pasado de vueltas.

La situación es insostenible y el tiempo de prorroga está agotado. El contexto demanda sin más dilación abordar con carácter urgente una reforma en profundidad de las administraciones locales, fijando dos objetivos concretos; la jurisdicción de su marco competencial y el patrón financiero de aplicación en atención a premisas de suficiencia y equidad distributiva, caso contrario, de proseguir en la actual dinámica, destinando la cuarta parte de los fondos propios a la gestión y financiación de competencias ajenas, la insuficiencia económica acabará asfixiando la debilitada operativa funcional de unos ayuntamientos que para mayor sarcasmo se encuentran a la cola de Europa en materia de financiación y competencias.

Esta es la única realidad que hay que asumir y la dirección política que se debe tomar. No resultando de recibo que se intente remediar el conflicto, utilizando como subterfugio, la rocambolesca alternativa de la fusión municipal, por cuanto, además de ser un planteamiento ineficaz y absurdo, delata intereses espurios, al coincidir sus artífices, con quien, desde la jefatura de administraciones superiores eluden cumplir sus obligaciones con los municipios, contando con la subordinación de apoyo de unos ayuntamientos, que por lo visto, parecen no tener alcalde.

Autor: Xosemanuel Galdo-Fonte

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