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abril 15, 2012

TRISTE PARAJE POLÍTICO A QUE HA LLEGADO España

Una república puede ser llamada el clima de la civilización.
-Víctor Hugo-


La política ha fracasado allende nuestras fronteras, y dentro ni te cuento. Entre el banquetazo que ha dado la Banca a escala americana y europea, así como la “buena” política de los dos partidos que alternativamente nos gobiernan, estamos aviados. Llegó la crisis económica y el Gobierno nos dijo que España sería el país menos afectado por su ventajosa economía, pero ha resultado todo lo contrario. Siempre la mentira de los políticos, que ya bate su récord en la campaña de Elecciones Generales. Copiosa literatura hay al efecto; creo haber citado en algún otro artículo estos dos asertos que grandemente me impactaron: Entre las personas honestas, las promesas se consideran deudas, y entre los políticos son cebos. (A. Turnier). ¿Qué es la política sino el arte de mentir deliberadamente? (Voltaire). “El Príncipe”, de Nicolás Maquiavelo, es de los tratados iniciales en materia de política, y, como sabemos, enseña a mentir, a engañar, a ser hipócrita, por lo que dio origen al adjetivo maquiavélico, que en la tercera acepción que da el DAE es “el que actúa con astucia y doblez. Tal lección es la que esta obra da.

Muy conocida es esta frase de Juan Jacobo Rousseau: El hombre ha nacido libre y en todas partes está encadenado. Sin embargo reconoce la necesidad de la existencia de Gobierno: El gobierno –escribe- tuvo su origen en el propósito de encontrar una forma de asociación que defienda y defienda la persona y la propiedad de cada cual con la fuerza común de todos. Guarda analogía este criterio con este otro que, pasados los años, expuso Arturo Schopenhauer: El Estado no es más que el bozal cuyo objeto es volver inofensivo a esa bestia carnicera, el hombre, y hacer de suerte que tenga es aspecto de un herbívoro. Lleva inherente la corrupción; hemos visto, estamos viendo día a día, cuán fácilmente incurre en ella, y no ya a la manera de Sodoma y Modorra sino también como caco. Antonio Machado lo expone así:

El hombre sólo es rico en hipocresía,
En sus diez mil disfraces para engañar confía;
y con la doble llave que guarda su mansión  
para la ajena hace ganzúa de ladrón.


El citado filósofo del pesimismo continúa arremetiendo contra el hombre: El hombre es en el fondo una bestia salvaje, una bestia feroz. No le conocemos más que domado, preso en ese estado que se llama civilización; así retrocedemos en espanto ante las explosiones accidentales de su naturaleza. Que los cerrojos y las cadenas del orden legal caigan como sea, que la anarquía estalle, y se verá entonces lo que es el hombre. Sí, y sin excepción de clases es, por lo muy general, prepotente, ya dice un aforismo de Camón Aznar: Coloca a un mendigo en el trono y se portará como un rey. Para miente también Schopenhauer en la subyugación del dinero, diciéndonos: Nuestro mundo civilizado no es más que una mascarada donde se encuentran caballeros, curas, soldados, doctores, abogados, sacerdotes, filósofos, pero no son lo que representan, sino sólo la mascara, bajo la cual, por regla general, se esconden especuladores de dinero. Es evidente que conoce muy bien a los corruptos.

Muy especial es la visión que tiene del problema político y social. Veamos: ¿Queréis planes utópicos? La única solución del problema político y social sería el despotismo de los sabios y de los justos, de una aristocracia pura y verdadera, lograda mediante la generación por la unión de los hombres de sentimientos más generosos con las mujeres más inteligentes y agudas. Esta proposición es mi utopía y mi república de Platón. Él, tan dado a juzgar desfavorablemente, formula un proyecto por demás optimista, ya que el mismo no nos garantiza que nacieran hombres capaces de solucionar las citadas cuestiones que resultan insolubles. Que así lo resultan los políticos. A la política va uno a aprovechar, no a aprovecharse, dice Antonio Gala, pero, por desgracia, llevamos muchos años comprobando la inexistencia de lo primero y la existencia de lo segundo. Servirse de la política para medrar es una indignidad, en ella incurren en primer lugar los políticos corruptos, paren o no en manos de la Justicia, y en segundo lugar aquellos que sólo buscan un modus vivendi bien retribuido económicamente.

Han llegado los políticos, absurdamente, a formar una clase: la clase política, tan repulsada, como tal, por la ciudadanía, que, obviamente, detesta de ella, la ve como enemiga. Los políticos no tienen porqué constituir clase. ¡Cuánto clasismo! La política –piensa  susodicho Gala- no es más que un utensilio para que la sociedad se afirme, se expanda y se beneficie. (Y no sólo según las leyes de la macrodinámica –un poquito visibles-, sino según las más domésticas e íntimas: no hay bien común cuando falla el conjunto de los individuales.) Si tal fin no se logra, la política debe sustituirse. Porque si no se sustituye, inevitablemente se hará cada vez más musculosa, más visible, más ensordecedora. Bueno, pues se hará porque deberá sustituirse pero no hay posibilidad de ello, es inevitable apechar con el mal individual, que a veces también afecta al bien común. En política –entiende también nuestro comediógrafo, novelista y poeta – hay que ponerse a reflexionar -codo a codo, pero sin liarse a codazos- sobre los grandes temas comunes, los que afectan a nuestro pueblo, a nuestra historia y a nuestro porvenir. Hemos de ver, empero, que en vez de entregarse a tales consideraciones, se lanzan a batallar por llegar al poder o gobierno del país. En fin, la política –consideramos también con Antonio Gala- está llena de impostores. Lo único que los ciudadanos se atreven ya a pedirles es que sean fieles a su propia máscara: aquella con la que los conocieron, a la que votaron, por cuyas falaces palabras se dejaron llevar. Pero ni eso les conceden.

Evidentemente no. ¿Ha sido fiel, por referirme a la actualidad, Mariano Rajoy a cuanto habló y prometió? Si antes ocupa la presidencia, antes empieza defraudar. A lo que parece, ignoran los políticos –o afectan ignorar y mienten para engañar- el refrán que dice: Del dicho al hecho va mucho trecho, el cual nos alecciona que suele ocurrir (viene ocurriendo sistemáticamente con los políticos) que media gran distancia entre lo que se dice y lo que se hace. Hay de poner en solfa, presentarlo bajo un aspecto ridículo, la política que hemos vivido y continuando viviendo. ¡Y si sólo entrara en la rareza, extravagancia!; lo peor es el mal que causa, de lo que es fundamento u origen: el problema de la vivienda, el paro –antaño se denominó el paro obrero, porque afectaba a la clase obrera, pero ha llegado a toda la escala social-, la falta de información, la de someternos a callar, y otras. Y todo ello contraviniendo la vigente Constitución, nuestros derechos constitucionales. Si bien hay  artículos que la política ha hecho imposibles –mientras está a vueltas con ella como comodín-; entre ellos, el 47, derecho a la vivienda: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”. El derecho al trabajo: “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, etc. El 14, Igualdad antela ley: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. El 20, libertad de expresión”. En este se ve claramente que de los tres puntos primeros, viene el tío Paco con la rebaja en el 4 y en el 5: derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen. Y puede “acordarse  el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución judicial”. O sea, como en la conocida canción folclórica, que de lo dicho no hay “na”. Libros que se han publicado en el extranjero, ha sido imposible en España, asimismo artículos de prensa, publicados o no fuera. 

¿Dónde está la libertad de expresión en nuestro país? Por el escándalo de corrupción dado por un miembro de la Familia Real –se habla de dos pero la Justicia de momento le descarta, dejando la puerta abierta a que lo hiciera imprescindible la marcha del proceso penal al yerno del rey- se ha avanzado algo, nos podernos expresar con cierta dosis de libertad, y también, como consecuencia,  no está tan limitada la información en la prensa escrita. Ni en el libro. ¿Hubiera podido publicar Pilar Eyre su libro “La soledad de la Reina”, que, dicho sea de paso, allende España ha servido para difundir que don Juan Carlos de Borbón y Borbón es un donjuán y debido a ello el matrimonio está separado desde la infancia de sus hijos? No lo habría conseguido o hubiera tenido que podar bastante. Para los españoles ha sido menos revelación que para los extranjeros, algo se había podido publicar a este respecto. Y en el libro más que en la prensa.

El inhibir, estorbar, impedir, prohibir, por parte de la Familia Real, empezando por las infantas y el príncipe, que, como digo, se les admitió hasta el affaire Urdangarín, ha sido algo que no debió ocurrir, pues son personas públicas y sostenidas por la ciudadanía, se trata, además, de una monarquía constitucional. Me hace recordar la acertada opinión del político estadounidense  Thomas Jefferson: No hay un rey que, teniendo fuerza suficiente, no esté siempre dispuesto a convertirse en absoluto. Craso error. Ya no cabe la idea –la cité ya otro día- del trágico griego Sófocles: Los reyes son felices en muchas cosas, pero principalmente en esto: pueden decir y hacer lo que les plazca. Lo que si tiene lugar es que, como cualquier otra persona, pueden decir una cosa y hacer otra, tanto más por estar en línea política. Hoy un rey reina pero no gobierna, pero, claro, si ejerce la jefatura del Estado… La Monarquía, como ya la prensa se ha atrevido a publicar, no es la forma de Estado, palmariamente, apetecida de la izquierda pero igualmente no atrae a la derecha, es para ésta un salir del paso. De ello saca partido porque, estando en tierra de nadie, no es controlada, para su defensa y para todo, por el Partido que se halle en el Gobierno. Así ha ocurrido…; bueno, pues cuanto ha ocurrido. Para más INRI, escarnio, no vemos voluntad de rectificación.

Se ha arribado, dejándonos ir por el viento que soplaba, a una situación muy difícil. ¿Qué conducta seguir en esta encrucijada por parte de la Familia Real, del Gobierno y del dañado ciudadano? De la confusa actuación del rey se ha dicho en un programa de la prensa oral que la Casa Real “no hace nada inteligente ni siquiera coherente”. Vemos, por ejemplo, que se ha quitado de jefe de Prensa a Ramón Irribarren y se ha puesto a Javier Ayuso, que está dando unos pasos ininteligibles, no muy ortodoxos que digamos, pues quebrantan la libertad de expresión, volviéndose a miccionar en el artículo 20 de la Constitución. En Vanitas podemos leer que “Casa Real intenta “comprar” el discurso de Jaime Peñafiel”. Éste le rechazó. Ayuso –leemos- planea una serie de encuentros en las próximas semanas con otros periodistas críticos con la Monarquía, para intentar frenar las informaciones negativas sobre la Casa, toda vez que El País y El Mundo comienzan a entrar en vereda. El objetivo: limpiar lo medios de ataques a la institución que ahora representa. El Gobierno no tiene porqué transigir con esta actuación, y la sociedad civil ya no va a aceptar ser sometida al silencio; Pilar Urbano, que literariamente se ha interesado por los actuales reyes de España, expuso al respecto de la no transparencia de la Familia Real lo que ya he consignado días atrás, que es un derecho constitucional, porque tenemos derecho a conocer, a saber, y porque la desinformación es la peor de las dictaduras. ¿Le quedan a don Juan Carlos resabios de quien le colocó de rey, pudiendo haber nombrado a otro o a ninguno? Franco era un dictador, y dictadura tuvimos durante treinta y tantos años, pero ahora no hay tal régimen político ni el de monarquía absoluta. En ésta no hay división de poderes, el rey decide por su exclusiva cuenta, pero cuando hay un Parlamento y una Constitución…

Como dice el Eclesiastés, stultorum infinutus est numerus, el número de los tontos es infinito. También lo es, para mal de todos, el de las personas de mala voluntad, falsas, hipócritas. Como asegura el varias veces aquí citado filósofo nacido en Dantzig, la perversidad es la que en este mundo gobierna, y la tontería la que domina. Y así, partiendo de esta premisa, hace esta división: El mundo es un infierno, y los hombres se dividen en almas atormentadas y en diablos atormentadores. Hay matizaciones, puede presentársenos el mundo, la vida, mejor o peor, mas nunca el hado concede una existencia sin gota alguna de dolor. En cuanto a atormentado o atormentador, podemos ser una cosa u otra, también las dos a la vez. La clave, me parece, la da Miguel de Cervantes al considerar que cada uno es como Dios le hizo, y aún peor muchas veces. El  hombre -bueno, atormentado; malo, atormentador- no es el que ha creado el mundo, pero sí el Estado, la política, cuyos políticos empezaron engañando, poniendo por pantalla a Dios, y en la mentira quedaron instalados ab initio, desde el principio. La política no es per se, de por sí, edificante en términos generales; me gusta, sin embargo, pensar que en buena república algún político sea infundido por sentimientos de piedad y virtud, de amor a la sociedad, y una vez en el poder no se corrompa, no se deje llevar por corruptores de empresas y de la banca.

Escribiendo estas páginas en clave literaria, vuelvo a citar a Antonio Gala, un defraudado más de la política que nos ha tocado vivir desde el franquismo a la actualidad: Por tres peldaños masivos descienden los políticos –nos dice- a la sima del desprecio. El primero, las intrigas y codazos con que se hacen sitio en su propio partido. El segundo, las pamemas y embelecos con que engañan, en sus falsas campañas, a los que han de elegirlos. El tercero, el fétido mundo de la corrupción en que, una vez elegidos, entran a zancadas, olvidados ya de cuanto prometieron. Por este peldaño se ha descendido a una rebosante corrupción, lo que no les impide señalar a España como un país democrático. ¡Bueno! Según aquel dicho de que España es diferente, será un tipo de democracia cuyo modelo en nada se parece a la auténtica. En la democracia lleva la voz cantante en el Gobierno el pueblo, éste predomina en el Estado, mientras en España se le ha tenido desinformado –lo estamos todavía en gran parte- y sin permitirle ejercer crítica, opinar.

Verdaderamente la democracia cojea hoy día en el planeta. Lo expone muy claro y de modo tajante el Premio Nobel lusitano José Saramago: ¿Para qué engañarnos? Vivimos en una democracia secuestrada por el poder económico, esto todo el mundo lo sabe. ¿Fueron los gobiernos los que decidieron hacer del empleo precario algo que se convertiría en “normalidad” social y el contrato basura en operación corriente? ¿O ha sido el poder económico que, en nombre y para mayor gloria del santísimo Lucro, lo ha impuesto a los Gobiernos y a toda la sociedad? ¿De dónde cayó esa plaga? ¿Del cielo o de los señores del dinero? Y con sus líneas contundentes sobre la no existente democracia concluyo mi lamento “acompañado” por equis autores –y de muchos más pudiera hacerme acompañar, pero a todo escrito hay que ponerle un límite- por el desolador sitio y estado a que nos ha traído lo que ya Juan Balansó denominó “monarquía corrupta”, y vaticinó que como tal pasaría a la Historia. Si viviera, ¿qué diría hoy al ver que la corrupción ha salpicado a la misma Familia Real?

Por: MANUEL LÓPEZ PERALTA               

  

                
          
                                              
 

                        

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